Lárgate de aquí, no vuelvas más. Recoge tus caricias, las que has prometido dar y siénteme como pérdida al fiel estilo de la condena de no sufrir más. Minúsculos son tus huesos y grande es tu ansia de errar, pero en mí ya no tienes ese cuerpo en el que entrar y no salir jamás.
Perdona si mi antipatía no da pie a ser audaz, recuerda que en su día una tras otra fueron las veces que lo has podido comprobar. Risueña mi medicina ante el hogar dulce hogar, indicios de un nuevo cometido que me he marcado consagrar.
Aligera las letras de tu nombre y no me vuelvas a nombrar, sé contraria a tu estilo, no ruegues mi mano alcanzar. Amenaza a quien esté a mi lado, ya será inmune a tus insultos, busca la pena de mi mente que poco a poco más al fondo en el pozo caerá.
Cruel has sido y me has hecho más fuerte, endureces mi cuerpo ante mil distancias si quieres que quiera afrontar. Antes dedicaba horas, ahora me bastan 5 minutos para hacerte llegar, aquellas palabras de un ser sordo a tu sonido y abierto a tu más sincera enemistad.
Para ti, ciego y mudo, me despido con un discurso por el lado que desees tomar, pero no intentes siquiera, utilizando la ironía, “querida amiga tristeza”, cualesquiera que sean tus motivos, volverme a apresar.