lunes, 17 de octubre de 2011

Burla al pasado imperfecto

Me burlo de mis ojos cuando lloro. Esas lágrimas son la leve expresión de un muchacho con ansias de desahogarse como jamás lo había hecho. ¿Por qué? Pensarán ellos, a todo el mundo, bizco o menos bizco, le gusta probar cosas nuevas.

Salgo a la calle en un día soleado y me empapo creyendo que está lloviendo. ¡Qué tonterías que dice este tío! Si cuando la imaginación de un ser humano se junta con sus pensamientos se puede hacer una teoría.

Ríete, estás en tu derecho. El Artículo 20 de la Constitución Española de 1978 así lo reconoce como una forma de “expresión”, el derecho fundamental convertido en un mero gesto hacia la locura de un sistema nervioso contagiado por el Siglo XXI.

Nadie llama al teléfono y te crees el ser con mayor paz interior y exterior posible; si te llaman haces prejuicios selectos de cuándo apretar el botón verde; si te cuelgan, ejerces el comodín de la rellamada; apágalo y mañana es otro día.

Pisas una mierda y te da buena suerte, pero llevar las suelas de los zapatos tipo escarabajo pelotero, quiere decir que por más que hayas pisado mierda en tu vida, eso no va a cambiar el rumbo de los acontecimientos. Cuanta más mierda, peor huele, igual suerte.

Ser desperfecto de dones, ser despojado de intenciones. Abrazando las sábanas de la cama y recordando aquel día en que tu ropa interior, eran pañales; quien más te quiere, tu mejor sirvienta; tu hobbie preferido, pasar de todo.

Palabras abstractas de significado unipersonal, que nadie entiende cuál es su fin u objetivo. Ánimo de lucro escondido, pero con grandes dosis de ánimo de júbilo para el que lo escribe; ánimo de aburrimiento, pero con pequeñas dosis de misterio, el que lo lee.

Me sacio a carcajadas del que recuerda el pasado y se amarga al verme vivir, pero me siento orgulloso al saber que dejar de lado esa etapa de crónicas imperecederas ha sido pisar esa bosta por la que hoy en día, me burlo de mi propia felicidad.

sábado, 28 de mayo de 2011

Cuento ficticio - Espacio real

Hola, me llamo Jacob y voy a contar lo que soñé anoche:

Nací sin que me preguntaran si quería nacer en estos tiempos, en esta generación, en esta controversia mundana. No me quejo, porque tengo 2 brazos, 2 piernas, raciocinio y un poco de inteligencia, con esto quiero decir, que hay gente peor que yo, seguro.

Mis padres se han gastado una pasta en pañales; han ingerido pastillas para dormir; hay comprado mil y un libros para que aprenda a leer, escribir y todo aquello sujeto a los cambios de la peseta al euro, y del euro a quien sabe qué moneda vendrá. Han apostado como hijo que soy, e incluso se han arriesgado a tener más, a día de hoy puedo decir que son muy valientes.

Cuando era joven, cuando era pequeño (para no humillar a la gente joven de 40 años), creí que trabajaban por rutina, por beneficio más personal que económico, para poder comprarse adornos para la casa y poder dar de comer al coche con el que me llevaban todas las mañanas al cole. Ahora sé que trabajaban y llegaban cansados por la tarde a casa, para intentar sobrevivir en un mundo cada vez más consumista, para tener algo que comprar el "día de Navidad", y para poder empaquetar un regalo en esas fechas y no ser catalogados por los vecinos como "gente rara que no celebra las fiestas navideñas en familia".

Pasados los años, me siento inútil, porque ellos trabajan y yo no. Y es que antes era pecado gastar dinero en loterías y apuestas del Estado; comprarse el último bólido en potencia de motor para aprovechar las externalidades positivas de la competencia imperfecta del mercado (servicio de carreteras); comprar dos panes en vez de uno, "por si las moscas"; alterar los cinco sentidos con otro más ingiriendo drogas; vestir con "siglas" que valen millones en pasarelas; pasar por agujas artificiales o, lo que es lo mismo, ir al médico esteticista-cambio radical por no verse bien frente al espejo. Ahora la globalización no sólo ha abierto las fronteras de los trueques monetarios modernos, también ha expendido mil y una ofertas para convertirnos en sociópatas consumados.

No importa, en menos de 3 meses seré padre. Tengo una alegría que me recorre el cuerpo, algo que no sé explicar. Claro que también tengo un miedo que se convierte en "el hombre del saco" y va recogiendo toda esa alegría para dibujarme un gesto serio en la cara. No obstante, tengo fe. Rezo todos los días a Dios; me confieso todos los domingos por seguir vivo; ayudo a los mendigos cada vez que salgo del Mercadona; y lo mejor de todo: estoy estudiando inglés, porque dicen que los extraterrestres que visiten nuestro "planeta simio", nos duplican en conocimientos y en lenguas habladas. Como lo primero no puedo conseguirlo, porque cuando mi fuerza de voluntad me ayude a terminar de estudiar, ya se habrán privatizado todas las Universidades, me conformo con lo último, y así por lo menos podré hablar con ellos.

Retomo la conversación que estaba manteniendo, os pongo al día: ya soy padre, aunque, no como quisiera haberlo sido. Muchos dicen que la contaminación; otros que cruces genéticos indeseados; y el 60% de las opiniones, que se debe a negligencia médica, mi hija cuenta sus años de vida como debemos de contárselas a un ser canino. A veces me pregunto si tener sexo con la persona que quieres es buena idea, y lo mejor de todo eso, es que cada vez que pienso eso, es que mi mujer ha vuelto a romper aguas.

Por si eso fuese poco, he gastado 10 sueldos en manuales de educación, para estar a la moda y ofrecerle a mis retoños le mejor de las enseñanzas que pueda dar un padre. Relato cuentos con final feliz; hago labores domésticas, voy al parque; les anoto listas sobre el bien; les tacho otras tantas sobre el mal; sufro y sigo rezando a Dios; ejerzo de Papa Noel y de Rey Mago; hago visitas a mis familiares, unas veces más por obligación que por otra cosa; salgo a la carretera a jugarme la vida para que vean mundo y no sólo las cuatro paredes de un hogar monótono; ayudo con los deberes; juego como si yo también fuese niño; ejerzo de tutor y representante legal; veo la tele y enseño a hacer "zapping prudente"; he puesto un control infantil en el ordenador; he prohibido ver telebasura; y muchísimas cosas más de las que me siento orgulloso. El problema, es que cada día tengo que empezar de nuevo, porque cada vez que van al colegio, vienen con una educación totalmente diferente a la que les enseñé. No basta con volver a educar, tengo que limpiar mentes y luego cultivar un nuevo rol educativo... es muy difícil, pero no me canso, son mis hijos, ¡por el amor de Dios!

Y entre tanto, pasa el tiempo. La Ley del Menor ya me ha intentado encerrar por elevarles la voz con mis mejores intenciones; he tenido ganas de matar, porque existen desde profesores pederastas, hasta malcriados de mente verde que rondan las calles; he tenido que plantar marihuana y cobrar dinero negro, porque mi sueldo de parado a fin de mes no llega a darles de comer ni juntándolo con el de mi esposa; he tenido que ponerme como abal sexual sin intereses lucrativos para poder pagar la hipoteca; pago más impuestos que barras de pan; y todas las noches me voy a dormir con las noticias de que "alguien se ha hecho la 3ª persona más rica del mundo porque su padre ha fallecido y le ha tocado una herencia", o que "Cristiano Ronaldo ya ha cobrado más de lo que ganaré yo en mi vida", o incluso "que han subido los intereses un 3% y bajado el sueldo medio en un 3,5%".

Es normal que tenga que añadir a mis gastos mensuales un pago por tratamiento psicológico, pero siempre tengo la esperanza de que, sembrando un rosal, o enterrando en el jardín a mi San Bernardo que murió ayer, me encuentre una mancha negra y pueda vender en acciones el pozo petrolífero que me acabo de encontrar y que, si EEUU me lo permite, es de mi propiedad. Tengo muchísimas cosas todavía por hacer en esta vida, antes de que se me rompa una vena en la cabeza y deje de pensar, o que se muevan demasiado las placas tectónicas y sea parte de escombros, o que tenga la mala suerte de encontrarme a un recién reincertado social que ha cometido 100 asesinatos y que, por buena conducta, haya estado 5 años en la cárcel y luego lo hayan dejado marchar...

Lo mejor es que soy optimista, vivo en un Show de Truman particular, y espero algún día darme cuenta que lo que hago está bien, y lo que hacen otros está mal. O eso, o me meto en la política aunque no sepa una mierda, pero total, cobro el cuádruple de lo que cobro ahora, y no hago mal a nadie (directamente). También espero que los sueños no se cumplan... por lo menos no todos.

domingo, 3 de abril de 2011

Veintiuno de enero de dos mil once

En un día lluvioso, dejó de llover. Un astro ardiendo tocó la puerta de mi habitación mientras yo me quitaba la chaqueta para disponerme a pensar sobre lo que acababa de suceder. Sentí frío ipsofacto y calor de inmediato. Sentirse entre los muertos únicamente es subsanable cuando diez dedos te hacen volver marcha atrás sobre los pasos de tu mente. No importa la duración, lo más importante, es que 30 segundos de ese postre bastan para vivir 20 años más entre pensamientos de felicidad, sin pensar en la infelicidad que podría sobrellegar tras ese tiempo.

Y si algún día fui sabio, fue entre el rectángulo de un zulo dentro del lugar donde descanso todos los días. Y si otro, en cambio, erré, fue porque no supe elegir bien donde sentarme. Desdichas hambrientas de un trozo de pan de calidad para llenar el corazón y dos pulmones nuevos para respirar todo el aire que salga de su boca. Multiplicar por una cifra los 365 días normales de un calendario y ralentizar el reloj para que un minuto se corresponda a una hora ilimitada.

Hacía ya tiempo que no leía un cuento de hadas, y menos aún sentirme protagonista de aquel de un villano convertido en amado. Sin dar rienda suelta al olvido del pasado y sin poner los ojos en un punto de fuga llamado futuro, un soplo distante del mejor perfume hoy me puede llegar a convertir en un ser inmune a toda enfermedad. Ser regazo en el Invierno; rastrillo en el Otoño; capullo en Primavera; el mejor bañador en Verano; no hay estación que merezca pasar por alto.

Dudas y preguntas que tienen respuesta en el día a día. Cada uno tiene una sonrisa diferente, pero la finalidad sigue siendo la misma. No sé si estoy en lo cierto y mañana me arrepentiré por seguir “siendo joven”, pero igual que por el camino he ido descartando piedras con más o menos dolor, ahora llega un punto donde no tengo elección. Todo lo que quiero eres tú, y todo lo que no seas tú no lo quiero.

Documento guardado el veintiuno de enero de dos mil once, ratificado el tres de abril de dos mil once.

martes, 22 de marzo de 2011

Querida "amiga" tristeza:

Lárgate de aquí, no vuelvas más. Recoge tus caricias, las que has prometido dar y siénteme como pérdida al fiel estilo de la condena de no sufrir más. Minúsculos son tus huesos y grande es tu ansia de errar, pero en mí ya no tienes ese cuerpo en el que entrar y no salir jamás.

Perdona si mi antipatía no da pie a ser audaz, recuerda que en su día una tras otra fueron las veces que lo has podido comprobar. Risueña mi medicina ante el hogar dulce hogar, indicios de un nuevo cometido que me he marcado consagrar.

Aligera las letras de tu nombre y no me vuelvas a nombrar, sé contraria a tu estilo, no ruegues mi mano alcanzar. Amenaza a quien esté a mi lado, ya será inmune a tus insultos, busca la pena de mi mente que poco a poco más al fondo en el pozo caerá.

Cruel has sido y me has hecho más fuerte, endureces mi cuerpo ante mil distancias si quieres que quiera afrontar. Antes dedicaba horas, ahora me bastan 5 minutos para hacerte llegar, aquellas palabras de un ser sordo a tu sonido y abierto a tu más sincera enemistad.

Para ti, ciego y mudo, me despido con un discurso por el lado que desees tomar, pero no intentes siquiera, utilizando la ironía, “querida amiga tristeza”, cualesquiera que sean tus motivos, volverme a apresar.