Apartando la relevancia de los gritos de dolor de una madre para que ese sufrimiento le dé la oportunidad de volver a sufrir por sacar esa vida que ha dado a luz adelante, una vez el engendro humano pueda sostenerse con los dos pies sobre la Tierra sin intervención alguna en forma de ayuda para caminar, el paso de los años se vislumbra en un constante vaivén de autoestops para poder avanzar por un sendero plagado de piedras en el camino, una hípica de obstáculos unos más grandes que otros, unos más duraderos, otros más tristes, unos más desequilibrantes, algunos con repercusiones y ramificaciones cada minuto que avanza el reloj “Time Force” de la realidad.
Como si de la mismísima Caverna de Platón se tratase, voy recogiendo la luz en mi camino (experiencias), sigo la vereda más larga para aprender mucho más (ser valiente), invoco el poder de mi poca autoestima para sentir que el día de mañana no será como el de hoy (mi futuro, a dos pasos), mi afán de superación es tolerante, ambicioso e impredecible, mis metas alcanzables, sufridas y agónicas, pero mi mente es libre, terca, razonable y poco a poco, rebozando en madurez.
Invierno, primavera, verano, otoño y vuelta a empezar. Cumpleaños, agenda, ilusión y ya es Navidad. La carretera por la que divago tiene un arcén muy ancho, alzo la vista y aún la recta a caminar tiene el punto de fuga muy alejado. No pienso en cuándo llegaré al final, sino en lo que sucederá hasta alcanzar ese punto. Me quedan meses de trayecto, voy con paso firme y con la cabeza bien alta, hago autoestop sólo cuando necesito elegir un sentido, elijo esa ayuda y soy bien agradecido, todo aquel que me conozca sabe cuáles son mis principios.
Días inciertos, falta un recuerdo. Ayer sonreía por nada, me alegraba el alma con simples anécdotas, pero sabemos que la vida llama a la puerta por azar, y de igual manera te hace salir de ella sin más. El contraste entre la facilidad de caer en el pozo y la dificultad de salir de él, hace que la fuerza mental y la capacidad de rehabilitación moral sean esenciales, cada palmo de júbilo es bienvenido, cada satisfacción una copia de seguridad del sistema, cada instinto una salida.
Si mi mente se abruma con destellos y me presiona, la música entra en contacto con mi ser, me ayuda a revivir los sentidos más importantes de mi cuerpo. Abro mi reproductor y lo conecto a mis conductos auditivos, aumento la sangre que corre por los barrancos desbordados de mis venas y pienso. Camino sin mirar por dónde lo hago, me refresco con el frío y caliento mis manos entre los huecos de mi piel. No gires la vista, mira a un punto fijo, llueve pero no te mojas, tiritas pero no es nada más que de inseguridad, te molesta el ruído contaminante, pero por donde pasas hay un cerco en contraste con la realidad, te sientes bien, eres inmune a todo.
El reloj nunca se para, sigue la cuenta atrás acontezca lo que acontezca. Dedicar un segundo para pensar en eso es malgastar un tiempo valioso. Sé que hablo con una objetividad abstracta, casi siempre lo hago, pero hay palabras que por muy ocultas, por muy negras que sean, siempre podrán conformar el manantial más puro y claro describible. Incluso el atleta más portentoso gasta mucha energía para lograr la victoria, todo humano con ideas firmes y directas en la búsqueda de su satisfacción personal tiene que servirse de ayuda, todo lleva su tiempo. Me cuesta elevar el dedo pulgar, pero lo hago. Soy paciente, es mi deber, un coleccionista de errores siempre obra con proyectos a largo plazo, y es cuestión de meses que llegue el momento en que alce los brazos maravillado, suspire libre por haberme llenado de moralidad, esa meta será el comienzo de una segunda vida donde el transporte, el camino y la certeza en lo que hago me hagan más fuerte, más grande, más vivo.
4 comentarios:
LA VIDA ES UNA MOCHILA:
La vida es una mochila que se va llenando poco a poco de experiencias, mientras caminas por los senderos de la vida. Lo que sucede es que a veces, el camino es una cuesta, a veces hace mucho sol, llueve, nieva, hay piedras... en fin, todo un cúmulo de circunstancias que hacen que el camino sea más tedioso y que te dificultan tu caminar. En este camino, nos tropezamos con olores, colores, sonidos, sabores y texturas de todo tipo. Algunas nos agradan y nos empapamos de ellas, otras no nos gustan y las rechazamos. A veces, incluso nos apresuramos en juzgarlas, otras simplemente, ni las percibimos, pero todas ellas están a la vera de tu camino, algunas te ayudan y otras arrojan más piedras al camino. Sin embargo, TODAS Y CADA UNA, permanecerán en tu mochila.
En ocasiones, nos encontramos con experiencias que hacen que tengamos que llenar la mochila de situaciones que suceden muy deprisa, sin que nos de tiempo a ordenarlas. Esto hace que la mochila pese más. En estos momentos, tenemos que pararnos a descansar y ordenar todo lo que llevamos dentro.
Claro que, para poder continuar tenemos que deshacernos de aquello que no nos sirve y quedarnos sólo con lo útil, nos guste o no, nos agrade o desagrade porque esas cosas harán que con el tiempo, el camino, sea mucho más cómodo sino para nosotros, para aquellos que sigan nuestros pasos.
Una palabra: "Chapó".
Aplausos.
Ojalá aquellos a los que le pese mucho la muchila y decidan "dejarla en el suelo", lean esas palabras y aprendan un poco.
¿Tu mochila está llena? Yo ahora mismo la tengo pesada, estoy desprendiéndome de cosillas. Pero eso que dices de que hay algunas cosas que merece conservar en sus adentros, lo afirmo.
Mi mochila en estos momentos está de reparaciones. Ha estado pesada, muy pesada y ahora la estoy aligerando el peso. Lo que pasa es que llevo así cerca de un año. Es lo que pasa cuando dejas para mañana lo que se puede hacer hoy. Por lo menos, ya me desprendí de aquellos fantasmas y miedos del pasado que tantas zancadillas me ponían. La pena que me queda ahora y que estoy intentando envolver en un papel de regalo muy especial de color rojo sangre, es hacer daño a quién más me ha querido. Ahora veo el mundo de otra manera, me siento más fuerte (mi mochila pesa menos, dicho sea de paso) y con más ganas de comerme el camino, hasta nueva parada, eso sí, con más madurez: ahora uso crema protectora, gafas de sol y "con esto del microclima, que nunca se sabe cuándo llueve" (El Barrio, Moda. A Duermevela, 2009) pues también llevo un paraguas.
Pues ánimo, aunque eso de comerte el camino, jajajaja, si te lo comes, ¿por dónde pisarás luego? xD
Este año conservaré mi mochila, el año que viene la cambiaré por una más grande, donde quepan más cosas...
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