domingo, 7 de febrero de 2010

Un día gris

La tonalidad de los colores es la descripción perfecta para la explicación de diversas situaciones en la vida. Cuando miramos al cielo y lo vemos ataviado de una chaqueta anaranjada, color rosa o con un punto de fuga azul, sabemos que debemos ir a por nuestra cámara fotográfica; si por el contrario, se cubre de un grisáceo oscuro, nuestro consciente le dibuja una mueca triste a la luna, se nos aburren las expresiones y el alma se nos pone en un puño.

En puro Invierno, el color típico del Otoño puede llegar a tener tanta presencia como ojos para divisarlo. ¿Qué moralidad hay que tener para que ese color nunca aparezca en nuestras vidas? Siempre hay un legado tras la combinación entre el blanco y el negro, si el blanco es la vida y el negro la muerte, el punto intermedio es vivir, y hoy en día no recibe otro color que la mezcla entre dichos tonos. Hoy todo es inexplicable, injusto y doloroso, todo es gris.

Quizás la “materia gris” que alberga nuestro cerebro nos haga ser sensibles. Lo cierto es que si dicha expresión comporta inteligencia, analizando la situación mundial, lo realmente gris sería encontrar a alguien con cierta cantidad de esa materia en exceso. Aquí no me queda otra que discrepar acerca de la asociación de significados de este color, no puede corresponder a algo malo y a algo bueno a la vez. Seré inteligentemente bizco, porque esa es mi visión.

Es duro saber que el no retorno reúne consecuencias inalcanzables. Sentimientos de pésames entrelazados con la positividad de haber mostrado lo mejor de una persona para con el bienestar, una serie de motivos felices por los cuales decirle a nuestra mente que siempre recordaremos, nunca olvidaremos.

D.E.P. un amigo.

2 comentarios:

marta dijo...

Diría muchas cosas del color gris, del otoño y de los reveses de la vida pero creo que en este caso es mejor mantener un silencio que dice mucho más que cualquier palabra.

(...)

No obstante, tras ese silencio, siempre hay un llanto "interruptor". En este caso, mis palabras. Yo en estos no veo el cielo gris, lo veo plata.
Tras ese nublado que tiñe el cielo y que a veces da dolores de cabeza, se encuentra ese sol que tanto brilla y nos ciega. Y esta vez lo hará con más fuerza porque ese sol estará guiado, desde allá arriba por quien se fue para no volver.

El gris al ser color intermedio, entre lo blanco y lo negro, es ambivalente, BIPOLAR en mi jerga, y pese a la marcha sin retorno, vuelve cada día, cada momento, en forma de recuerdo. Esto es, a pesar de haberse marchado... no se ha ido.

Eres privilegiado, porque ya no lo hará.

Jaco dijo...

Estos momentos se recuerdan, pero forman parte del pasado. Duelen, pero ya se asimilan. Sólo digo una cosa, y tienes que tener en cuenta que en esto de los "viajes sin retorno", cada persona tiene opiniones (gustos), como cual color.
Ese sol del que hablas lleva yendo y viniendo en la vida durante 24 años, que yo sepa (porque no sé más). Sé que está ahí, pero no es mención para el recuerdo.
Los motivos de esta entrada, aún los recuerdo, y para nada los equivalo a los de ese astro. Para mí, se ha ido su cuerpo y su alma, por desgracia, entre otras cosas, porque tenía los mismos amaneceres que yo, lo único que no se ha ido, y jamás se irá, son esos momentos en la mente, esos recuerdos, esos tesoros, por llamarlos de alguna manera. No obstante, lo que tú escribes, y esto que escribo yo, tienen relación, porque la meta es la asimilación, y eso está cumplido, aunque ha costado.