sábado, 28 de mayo de 2011

Cuento ficticio - Espacio real

Hola, me llamo Jacob y voy a contar lo que soñé anoche:

Nací sin que me preguntaran si quería nacer en estos tiempos, en esta generación, en esta controversia mundana. No me quejo, porque tengo 2 brazos, 2 piernas, raciocinio y un poco de inteligencia, con esto quiero decir, que hay gente peor que yo, seguro.

Mis padres se han gastado una pasta en pañales; han ingerido pastillas para dormir; hay comprado mil y un libros para que aprenda a leer, escribir y todo aquello sujeto a los cambios de la peseta al euro, y del euro a quien sabe qué moneda vendrá. Han apostado como hijo que soy, e incluso se han arriesgado a tener más, a día de hoy puedo decir que son muy valientes.

Cuando era joven, cuando era pequeño (para no humillar a la gente joven de 40 años), creí que trabajaban por rutina, por beneficio más personal que económico, para poder comprarse adornos para la casa y poder dar de comer al coche con el que me llevaban todas las mañanas al cole. Ahora sé que trabajaban y llegaban cansados por la tarde a casa, para intentar sobrevivir en un mundo cada vez más consumista, para tener algo que comprar el "día de Navidad", y para poder empaquetar un regalo en esas fechas y no ser catalogados por los vecinos como "gente rara que no celebra las fiestas navideñas en familia".

Pasados los años, me siento inútil, porque ellos trabajan y yo no. Y es que antes era pecado gastar dinero en loterías y apuestas del Estado; comprarse el último bólido en potencia de motor para aprovechar las externalidades positivas de la competencia imperfecta del mercado (servicio de carreteras); comprar dos panes en vez de uno, "por si las moscas"; alterar los cinco sentidos con otro más ingiriendo drogas; vestir con "siglas" que valen millones en pasarelas; pasar por agujas artificiales o, lo que es lo mismo, ir al médico esteticista-cambio radical por no verse bien frente al espejo. Ahora la globalización no sólo ha abierto las fronteras de los trueques monetarios modernos, también ha expendido mil y una ofertas para convertirnos en sociópatas consumados.

No importa, en menos de 3 meses seré padre. Tengo una alegría que me recorre el cuerpo, algo que no sé explicar. Claro que también tengo un miedo que se convierte en "el hombre del saco" y va recogiendo toda esa alegría para dibujarme un gesto serio en la cara. No obstante, tengo fe. Rezo todos los días a Dios; me confieso todos los domingos por seguir vivo; ayudo a los mendigos cada vez que salgo del Mercadona; y lo mejor de todo: estoy estudiando inglés, porque dicen que los extraterrestres que visiten nuestro "planeta simio", nos duplican en conocimientos y en lenguas habladas. Como lo primero no puedo conseguirlo, porque cuando mi fuerza de voluntad me ayude a terminar de estudiar, ya se habrán privatizado todas las Universidades, me conformo con lo último, y así por lo menos podré hablar con ellos.

Retomo la conversación que estaba manteniendo, os pongo al día: ya soy padre, aunque, no como quisiera haberlo sido. Muchos dicen que la contaminación; otros que cruces genéticos indeseados; y el 60% de las opiniones, que se debe a negligencia médica, mi hija cuenta sus años de vida como debemos de contárselas a un ser canino. A veces me pregunto si tener sexo con la persona que quieres es buena idea, y lo mejor de todo eso, es que cada vez que pienso eso, es que mi mujer ha vuelto a romper aguas.

Por si eso fuese poco, he gastado 10 sueldos en manuales de educación, para estar a la moda y ofrecerle a mis retoños le mejor de las enseñanzas que pueda dar un padre. Relato cuentos con final feliz; hago labores domésticas, voy al parque; les anoto listas sobre el bien; les tacho otras tantas sobre el mal; sufro y sigo rezando a Dios; ejerzo de Papa Noel y de Rey Mago; hago visitas a mis familiares, unas veces más por obligación que por otra cosa; salgo a la carretera a jugarme la vida para que vean mundo y no sólo las cuatro paredes de un hogar monótono; ayudo con los deberes; juego como si yo también fuese niño; ejerzo de tutor y representante legal; veo la tele y enseño a hacer "zapping prudente"; he puesto un control infantil en el ordenador; he prohibido ver telebasura; y muchísimas cosas más de las que me siento orgulloso. El problema, es que cada día tengo que empezar de nuevo, porque cada vez que van al colegio, vienen con una educación totalmente diferente a la que les enseñé. No basta con volver a educar, tengo que limpiar mentes y luego cultivar un nuevo rol educativo... es muy difícil, pero no me canso, son mis hijos, ¡por el amor de Dios!

Y entre tanto, pasa el tiempo. La Ley del Menor ya me ha intentado encerrar por elevarles la voz con mis mejores intenciones; he tenido ganas de matar, porque existen desde profesores pederastas, hasta malcriados de mente verde que rondan las calles; he tenido que plantar marihuana y cobrar dinero negro, porque mi sueldo de parado a fin de mes no llega a darles de comer ni juntándolo con el de mi esposa; he tenido que ponerme como abal sexual sin intereses lucrativos para poder pagar la hipoteca; pago más impuestos que barras de pan; y todas las noches me voy a dormir con las noticias de que "alguien se ha hecho la 3ª persona más rica del mundo porque su padre ha fallecido y le ha tocado una herencia", o que "Cristiano Ronaldo ya ha cobrado más de lo que ganaré yo en mi vida", o incluso "que han subido los intereses un 3% y bajado el sueldo medio en un 3,5%".

Es normal que tenga que añadir a mis gastos mensuales un pago por tratamiento psicológico, pero siempre tengo la esperanza de que, sembrando un rosal, o enterrando en el jardín a mi San Bernardo que murió ayer, me encuentre una mancha negra y pueda vender en acciones el pozo petrolífero que me acabo de encontrar y que, si EEUU me lo permite, es de mi propiedad. Tengo muchísimas cosas todavía por hacer en esta vida, antes de que se me rompa una vena en la cabeza y deje de pensar, o que se muevan demasiado las placas tectónicas y sea parte de escombros, o que tenga la mala suerte de encontrarme a un recién reincertado social que ha cometido 100 asesinatos y que, por buena conducta, haya estado 5 años en la cárcel y luego lo hayan dejado marchar...

Lo mejor es que soy optimista, vivo en un Show de Truman particular, y espero algún día darme cuenta que lo que hago está bien, y lo que hacen otros está mal. O eso, o me meto en la política aunque no sepa una mierda, pero total, cobro el cuádruple de lo que cobro ahora, y no hago mal a nadie (directamente). También espero que los sueños no se cumplan... por lo menos no todos.

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