viernes, 26 de noviembre de 2010

Hoy...

…he salido a la calle. Había cientos de personas caminando en varias direcciones, con diferentes arrugas en la cara, tantos estados de ánimo relataban al caminar como pasos daban, y entre toda esa multitud, es curioso, pero mi mente era egoísta, pues únicamente pensaba en mí, sólo propagaba destellos de imágenes difusas de mi persona, omitiendo todo aquello vivo o por vivir, aquello más o menos absurdo, lo inminente o lo inevitable, estaba cegada con mostrarme un cacho en el tiempo que yo no quería apreciar: el presente.

Con mil cosas por hacer, todas se ocultaban tras aquellas que no puedo comprender. Esperando el metro a Torrent, aquellas líneas paralelas dibujaban bajo mis ojos una competición en mi cabeza, raíles de neuronas disputando una carrera por entender lo inexplicable y abstracto de momentos sin descifrar como comprensibles para más de un individuo con mínimo uso de razón. Y lo adolescente de tu generación, los minutos, pasaban hasta acercarse la hora de dejar de pensar. Y lo más joven aún, los segundos, se sumaron uno tras otro hasta que la meta de mis pensamientos se paró sin explicaciones ganadoras.

Elegir un sitio donde sentarme entre barras de metal no fue difícil y no me supuso problema alguno, pues mitad de aquel acueducto subterráneo estaba tan solitario como mi alma. Acerté de lleno al escoger un trozo de cristal al que mirar y el reflejo de mi rostro se confundía con la velocidad del exterior, entre andenes y pasajes de caras que no se dejaban ver. Se pasó de oscuridad a cielo abierto, luego de ver luminosidad natural a verla de forma artificial. Bajar el escalón hacia la realidad, de nuevo, me invitó a divagar en mi subsuelo particular.

Al alzar la vista, un Edén anegado en llamas no imposibles de salvar, el abismo de enfrentar un quiero y no puedo, o decidir saltar. Y con rumbo fijo por la avenida, imán de frío en mis venas y la conciencia hirviendo en calma, pero eso sí, sin poder actuar. Atropellado delante de mí un fiel recuerdo de un instante, al mirar atrás para evadirme, la muerte inminente de un presagio que cada día que pasa no quiero contar. Mochila al hombro, trote firme al andar, rastro de pisadas que saben dónde voy, lo que quiero y lo que me van a murmurar, ojalá.

Noctámbulos indicios de volver con los quehaceres hechos, mostrando muecas en forma de risa unas más verdaderas que otras. Punzadas en cada poro de mi piel a cada soplo de aire ártico por las baldosas de Avenidas estrechas de Valencia, temblando mi cuerpo por abrazar la melancolía de horas sin dormir. Y pastar entre lo inusual de un comportamiento que evapora los logros adquiridos, y sucumbir ante los encantos de un secreto por dos guardado; y sellar el pacto con mi sombra de no tentar a lo absurdo, y romperlo por tener secuelas de un sabor que rompe mis esquemas.

El ascensor a lo rutinario no es bienvenido, pero es de obligatorio cumplimiento. Desván de madera colgado en la pared de mi habitación, ADN de visitas en un jarrón de plástico y un olor provisional del que no me puedo deshacer. Agua caliente para entrar en la cuenta atrás de la noche y darle cuerda al reloj de la mañana antes de tumbarme sediento de noticias. Sueños profanados por una materia gris omnipresente, un inframundo mental esporádico que describe otro canto más, luz y oscuridad, un día moral.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Sesiones de Sinceridad

Esta es una historia que merece escribir, hacerlo con el sonido inexistente del mar en calma en donde nací e inspirarme en un terreno rocoso que provoca grietas de sangre a cada paso que doy. Un agujero en el cerebro propiciado por la impaciencia de mis actos y una habitación a oscuras a pesar de la luminosidad que entra por la ventana y se posa en mi personalidad.

Música contaminada de bienvenidas en el reproductor del ambiente, un sinfín de intenciones que se rompen al estamparse con el paisaje de mis ojos. Y no es no querer ver, pues todo ciego muere por hacerlo; y no es no querer avanzar, pues mi cuerpo, aún sin piernas, podría caminar; y tampoco es no querer gritar y ser oído, pues el silencio de mis palabras, no por ser poco audibles pecan de audaces.

"Érase una vez un cuento que acabó y nunca empezó",
los recuerdos de una realidad y el miedo a no saber apreciar
hicieron trizas un Best Seller de alguien protagonista y disfraz.
Y entre notas escritas a mano y poco tiempo para más,
se abrió paso una crítica vacía y sin ganas de plagiar.
No hubo opción a la duda, pensar se hizo mortal,
apareció una cara en el silencio, abrió la boca y empezó a hablar.
Aquel rinconcito de ayer, donde hacía sol, ahora ve llover,
ríos de agua salada y un papel que no quiere absorver.
Ocho y media de la mañana, rutina sin ganas de afrontar,
Dos y media de la tarde, turno para sesiones de sinceridad.
Un instante y algo más no es suficiente para avanzar,
duelo de estaciones, mil y una excusas en hojas caerán.
Si llega el fin del verano me quito la ropa sin meditar,
con el otoño visto mi cuerpo y me acuesto a esperar.
Apenas recuerdo que decir mentiras era una especialidad
ahora cuando soy destinatario no se me escapa una, jamás.
"Juegos de cama" para atajar lo helado de no hacer nada,
una partida al ajedrez por no querer jugar a las damas.
Paciencia sensata, compasiva, expectante y por rachas,
impaciencia dolorosa y con muestras de salir victoriosa.
Aún por mis letras pensarás que rebozo en sensibilidad
pero yo lo tomo más como una decisión entre perder y ganar.
Hoy te acercas a la meta y no la quieres soltar,
mañana tus costumbres te dejan en la cola de la soledad.
Ya no importa si bajo los brazos en señal de impotencia,
con unas simples expresiones me puedo volver a levantar.
Supe ser ingrediente de un relato considerado manjar
mis años y experiencia dicen que aún me queda por probar.
Y paseos y paseos por calles empapadas de intencionalidad
viento frío entre los edificios y una mirada espía por detrás.
Entre anticiclones y tormentas pongo mi mente a cubierta
recibo ofertas y las rechazo porque mi elección es perfecta.
Fin de pergaminos de contenido extraño, de fácil lectura
entender o no lo que se relata, indicios o no de una sonrisa.
Calendario en la recámara y una luz encendida al alba
posturas de un noctámbulo que observa y no dice nada.
Alimento tu estómago mientras exista producto en la despensa
aunque todos sabemos que la calidad siempre se demanda.
En este instante, seré lo que la vida me deje pasar
sumando algunos momentos, restando otros a lo sumado.
Virtudes frente al espejo y soportes de anormalidad,
palabras que no tienen dueño hacen eco más y más.
Y no seré yo quien acabe un cuento sin final,
pues no está en mi mano, sólo puedo ser cómplice de felicidad.

S.A.P.

Hoy tienes 25 años en vista de nuestros ojos
te recordamos aunque para la vida tengas 24.

Tiempo transcurrido hace de una nota a pie de página
final triste e inesperado para todos.

Granos de café para lo cotidiano de los domingos
mil y una anécdotas que serán visualizadas siempre.

Movilización de personalidades distintas
culto a un luto de una aún querida por muchos.

A sabiendas de que puede que no exista,
que Dios se deje de excusas y te extrañe él también.

Tragos amargos y sufrimientos en silencio
datos que ahora, por estas fechas, siguen siendo ciertos.

Nunca nos levantamos sin aprender algo nuevo,
y más cuando ya no se nos da tiempo a hacerlo.

De la noche a la mañana, cenizas a un tarro
de un año a otro, escritos melancólicos a un Diario.

Materia gris y Expedientes X en relatos,
cientos de sonrisas por todos esos ratos del pasado.

Me despido con unas palabras sin destinatario,
me despido con un abrazo.

Jaco: En memoria de un amigo.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

No hay mal, que por bien no venga









Trescientos ochenta y siete mil seiscientos noventa y nueve neuronas en funcionamiento hacen que aprendas de cada minuto que VIVES.
Doscientos treinta y seis mil quinientos cincuenta y una neuronas hacen que te adentres a tomar la decisión más dolorosa y más productiva a la vez en toda UNA VIDA.
Ciento siete mil novecientos cuarenta y cuatro neuronas se enfrentan en una guerra entre lo difícil y lo fácil de una decisión vital DE MIERDA.
Mil neuronas son las que sobreviven y pueden ver lo bonito de un cambio. Las que promueven sonrisas al amanecer y al atardecer. Las que hacen recordar, sin olvidar, que hay veces que es mejor sufrir una vez para luego no sufrir jamás.
Suponiendo que, superdotada o no, ostentes setecientos treinta y tres mil ciento noventa y cuatro neuronas en tu cabeza, elegir las mil gloriosas está en la palma de otro órgano vital de tu cuerpo, la mano.

La voz de la experiencia sirve para ver por los demás sin presagiar, sin presionar, sin obstaculizar.
La voz de los hechos sirve para construir dos baúles, uno con candado y otro abierto a un Don.
La voz de la conciencia sirve para que los ojos se abran y vean más allá de lo que jamás han visto en su vida.
La voz de los deseos sirve para conocer que una herida se puede cerrar sólo cuando deja de sangrar.

De viaje al pasado, aprendí la lección de viajar al futuro.
De vuelta al presente, supe apreciar todo lo bueno del ambiente.
De estar de pie, morían mis huesos por estar sentado.
De estar acostado, soñaba de nuevo con levantarme de allí.

Y siendo sensato, esperé a que una luz apareciese en el camino.
Y de tanto esperar, creí que la vista era sólo de color negro.
Y armado en valor, trasteé hasta la puerta más cercana.
Y entregado a la esperanza, de nuevo abrí los ojos que tenía cerrados.

No supe lo que era hasta que me dieron unos cuantos palos.
No quise saber sufrir hasta que la vida me dio la oportunidad de hacerlo.
No hay duda alguna de que llorar desahoga el alma hundida.
No saber apreciar el dolor antes de la victoria, un error.

Más que saber callar es importante el saber hablar.
Más nocivo que lo nuevo sospechoso es el estar cansado de lo malgastado.
Más locura es la de amar por pena que la de lanzarse locamente a amar.
Más relevante que cualquier cosa es cuando alguien evade el mundo sólo con su presencia.

Palabras que no escuchan en su momento y ahora hacen por querer hablar.
Palabras de un sordo-mudo que hace trizas aquello por lo que luchar.
Palabras subconscientes de una conciencia que quiere dar lástima.
Palabras de un loco que toma la realidad como un cumplido por prometer.

Si la vida son dos días, yo aún no he nadido, dijo alguien sin saber qué es vivir.
Si te come la monotonía, sabrás cuánto de grande es el error que cometerás.
Si tu corazón llora en el presente, es el presagio de lo que te queda por llorar.
Si temes la muerte de "algo", es que todavía no has visto lo que es nacer de nuevo.

Fin de batucadas en mi mente, que hace hueco poco a poco, porque no puede hacerlo ya.
Fin de historias con complejos que hace tiempo que olvidaron ser un mortal.
Fin de lamentos y de agonías sabiendo que no es imposible verte sonreír.
Fin de pensamientos en sinfonía, entre lo que no quieres y lo que quieres sentir.

"Si aparece en vida algo que no creías oír, es esa voz que no tiene habla y que, quieras o no, está ahí" (Consejos de un Aconsejado)

domingo, 31 de octubre de 2010

Una frase...

Punzadas de recuerdos
Anhelos de deseos
Novedad en segundos
Alivios fotográficos
Causas y efectos
Eternidad en mis adentros
Arrumacos en dialectos

Promesas por cientos
Aullidos silenciosos
Roce de intelectos
Aurora y despechos

Mímica y más secretos
Ídolos sin dueños

Ánimos psicológicos
Locura en pensamientos
Murmullos compasivos
Antagonistas insurrectos

Y sigo tras mis pasos

Vanidad en viejos tiempos
Ungüentos, remedios
Enseres, viajeros
Lugares no visitados
Trazos no descubiertos
Alternativas en consuelos

Ahora, a estar atentos

Lucha de arrebatos
Almidón para los huesos

Cerebro sin remordimientos
Ayuda de terceros
Lampos en forma de caminos
Músculos exhaustos
Allegados, y presagios.

miércoles, 27 de octubre de 2010

AlterLife

Tengo una soga al cuello que hace magulladuras, pero no importa, me la he puesto yo. La he elegido con la longitud exacta, premeditadamente y el vórtice de sus consecuencias lo asumo con una sonrisa en la boca. Palabras necias que escribo para que mi conciencia actúe acorde con el transcurso del tiempo.

Muchos sitios que visitar, en cada uno una muerte asegurada que quiero conseguir. Sarcasmo como cereal de una vida sujeta a actuaciones y efectos secundarios por actuar con unos cánones diferentes a los de Vicente (donde va la gente). Billetes pagados, ¿dinero malgastado? Hoy digo que no, “mañana es de nuevo pasado”.

Documento nuevo y a pie de página una nota que da título al mismo: colección de problemas. Como buen Karma, soy lo que he sido y lo que quiero ser, aprendo del ayer y muero por conseguir mis objetivos. Estate atenta (life) al devenir de los acontecimientos (live) porque tengo décimas de fiebre para conseguir lo que me proponga.

Yo y un sarcófago, un punto en común: no importa la madera de fuera, si el muerto está dentro. Maquilla tu exterior todo lo que quieras, llegará el día en que no encuentres estuches para poner guapo tu ser interior. Cada día que pasa, una oportunidad, cada palmo de inseguridad, cien años menos de desarrollo de la humanidad.

Marca tu territorio no para limitar entrada, sino para que otros recuerden que has estado. Filosofía de sonrisas allá donde vayas, humorista de la vida que te ha tocado vivir. Haz mejor de lo que creas poder hacer y deja que el resto del mundo contamine de mierda donde tú no puedas hacer nada, quita la mirada, niega con la cabeza, no te incumbe.

Paraderos imaginarios, comentarios secretos, humildad de intenciones y escritos con mil y una razones. Descubre porqué lo que ves no te interesa y ratifica que lo que vale es aquello que se queda más allá del placer de una noche. Lo abstracto hay veces que tiene su significado, hay veces que soy mucho más inteligente de lo que dicta mi expediente.

Ritmo cambiante e intenciones más o menos dominantes. Llego al fin de dialectos sin comprensión más que para un ser con múltiples mentes según la situación. A veces estar sólo aporta reconstrucción. Apostar por la soledad es una razón para vencerla, siempre y cuando se elija bien el momento y el lugar. Cantos en la oscuridad.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Lux

"Querido Diario", esto es una buena forma de empezar. No creo en ti ni en tu filosofía, por que tus páginas deben ser el legado de los recuerdos más preciados, esos que te inciten a seguir escribiendo, a seguir viviendo. Yo no tengo Diario, no te tengo a ti, porque hace dos años, esto que veo ahora no era más que imaginación, no había nada que llevar al papel que conforman tus entrañas.

Es curioso que allá tiempo las cosas eran diferentes. Los números me daban escalofríos, las letras me sumergían en un mar de pereza, hoy en día sumo cada vez que abro la cartera y gasto tantos lápices como palabras caben en mi cabeza. Pago al contado y anoto lo que he gastado; cuento mis fallos y los relato en mis documentos; cálculos sin calculadora, letras sin fotocopiadora.

Ayer por la noche soñé. No era yo el protagonista de ese sueño, a decir verdad era una pesadilla. Quien ocupaba mi mente subconsciente llevaba el nombre de AIÓN. Era un chico fuerte moralmente, de grandes ansias. Tenía el poder de ver más allá de donde vivía, posicionarse en un determinado momento y, siendo realista, amanecer en pensamientos de alegría. Sus pasos eran baldosas que se ceñían al suelo sin importar lo que rápidamente sucedía alrededor. Su evasión era su seguridad.

Pero hubo otra parte de ese sueño, de ese momento de mortalidad provisional. Apareció una figura femenina, de rostro acelerado, de gestos abstractos, de mente sosiega. Su nombre era ANANKÉ. Como darle la vuelta al mundo, su llegada supuso un cambio. Apareció la eternidad, sopesaron las ganas, quebraron los huesos y todo se hizo monótono. Se creó un agujero negro que tardó, a la vista de sus ojos, años en cerrar. Y justo cuando el cerrojo de ese sueño culminó, yo desperté con Lux de frente.

Anonadado por la ansiedad, estupefacto por lo pasado, tardé varios días en tomar una decisión. Nunca he tomado productos alucinógenos, pero estar sumido en un mar de confrontaciones anímicas tiene unos efectos secundarios muy parecidos. Hablar solo no es completamente estar loco, porque puede haber personajes ficticios manteniendo conversación contigo, y yo recuerdo, en su momento, tomar en consideración los consejos de esas figuras imaginativas que se retrataban cuando iba caminando por los pasillos de un recoveco de mi vida.

Aunque ya casi no me visiten, te lo dejo aquí escrito: quien aparecía siempre a mi izquierda se llamaba Era; quien se sentaba a mi derecha, Tempus. Tenían un dialecto muy parecido y eran muy cultos, creo que sus nombres brotan de sabiduría. Eso y mi pensamiento de que me conocían muy bien, fue algo que fui descubriendo a medida que hablaba con ellos. No obstante, con quien mejor me llevaba era con Tempus, quien más se personificaba. Recuerdo una conversación:

Si bien dices que todo lo curas, saca el Don de curandero. Me has robado dos años sin pedir permiso, ahora es hora de que los minutos corran a mi favor. No pido que des cuerda en sentido opuesto a las agujas del reloj, sólo te pido que no se te gasten las pilas, la energía de tu sonido característico. Haz un libro de Bucay sólo conmigo y no depares en los gastos que te supondrá ese hito”.

Y así fue, y así te lo relato a ti, "Diario". Dicen que los sueños no se cuentan (asemejándose a los deseos), y que siempre tienen relación con lo que te sucede en la vida. Sinceramente, puede ser. Mirando hacia atrás, bajando la cabeza hoy y estableciendo de reojo un punto de fuga, vuelvo a decir, puede ser. Lo normal es que, como tú eres el único que sabes lo que estoy diciendo en este cacho de balcón, puesto que las estrellas están muy lejos y los sonidos hacen caso omiso a mi presencia, guardes lo que te digo y no me mires con desprecio. Hazte el favor.

Por miedo a que mis pensamientos se llevasen las neuronas que me quedaban, me acostumbré a levantarme de la cama siempre de la misma forma; a mantenerme en pie siempre como todos los demás; a guiarme exactamente por las mismas normas; a buscar aliento y no quedarme en coma; a saber qué hacer siempre sin quitarme las esposas; a mirar hacia delante por encima de las cosas; a no sentirme solo, hablando con la Luna.

Acostumbrado a caminar entre codazos por una calle de un metro de ancho tan solo. Asomarse a un balcón con vistas a un habitáculo sin salida. Murmurar con vergüenza a que me oigan y recuperar el eco de mi voz, que retrocede temeroso, volviendo por el mismo sendero sonoro por el que ha partido y queriendo no salir jamás de su zulo por excelencia: mis cuerdas vocales. Cambiar un “Libro de 3 páginas” por un Best Seller en desarrollo. Una obra de arte elaborada en 2 años de vacío, prólogo ciego y final a largo plazo.

Ahora, mi fiel amigo, no hay lugar a la reconciliación, basta tallar en piedra monumentos de satisfacción, recordar las palabras y retar a la humillación. Buscar un espacio liso, colocar todo a mi lado, comprar aquellas herramientas y construir mi propio legado. Ofrecer al mundo una Parte de Mí y recoger los frutos y no pensar en porqué todo ha sido así. Despedirme con bienvenidas y morir en nuevas vidas, jugar con las palabras, llenar de Luz mis pasos ahora que la oscuridad se siente perdida.

Una avenida llamada Ansiedad cruza de lado a lado toda una ciudad. Despliega el mapa, al fin dos calles más, una hacia la izquierda, Carrier de la Dignitat, la otra, a la derecha, de nombre Moralitat. No hay duda alguna, no hay elección, la guerra de dos mundos totalmente distintos. Proyecto resuelto, ademán de cimientos, salir de la cueva a base de espectros. Abrir la persiana, respirar aire fresco, historia de un Diario que ha nacido de nuevo”.