Afrontar con pensamientos el abismo de una separación requiere mucho esfuerzo moral, un punto de apoyo que nunca debe flaquear. Las reservas de autoestima siempre tienen que tener cabida, pues los momentos de decaída pueden provocar un tsunami de lágrimas que destrozan todo cuanto encuentran a su paso, el esfuerzo de lo conseguido se convierte en escombros y su reconstrucción conlleva tiempo.
El Joven Aprendiz miraba cada instante su reloj, parecía como si el tiempo fuese en contra del recorrido de aquel tren, no avanzaban las dos agujas dispares que marcaban las horas, no veía el momento de llegar a su destino para comenzar su cuenta atrás particular. Inquieto, aquel vagón solitario lo llenaba de melancolía, pues aunque los minutos se estancaban, el peso de su cuerpo aumentaba cada vez más, los recuerdos de la Princesa se iban colocando en fila en lo más profundo de su mente, desplegaban una marcha constante hacia su alma que le hacían venirse abajo; ratificar la certeza de que cada segundo que transcurría era el triple en metros rumbo hacia una distancia mayor marcaban el cuello de su camisa, pues ese era el recipiente que habían elegido sus lágrimas para amontonarse.
En cada parada que hacía su transporte a la lejanía aprovechaba para llenarse de ánimos. Divisaba su destino en el horizonte y se reconfortaba para sí mismo en pensar que tras esa llanura había algo digno por lo que hacer ese viaje. Alzaba la vista una y otra vez para tener la suerte de encontrar una persona cuya profesión fuese la entrega de la correspondencia, esos barcos de papel que venían en un vehículo diferente pero que siempre llegaban a tiempo, puntuales, nunca fallaban, en cada parada había un cabo para desatar, abrir y tener algo para sonreír en la siguiente ronda de raíles por las que circulaba su vida en esos momentos.
"El tren con destino ANXIETAS está a punto de partir. Por favor, señores pasajeros, tomen asiento en la mayor brevedad posible. Gracias y buenas tardes".
La llamada era una señal de que la espera en vistas a la esperanza había terminado. Sin gesto serio ni pesimismo de ningún tipo, el Joven Aprendiz subió de nuevo a aquel trozo de metal que suspiraba humo, volvió a su asiento preferido y se dispuso a afrontar una nueva aventura en forma de monotonía de aquel largo viaje, reflexionando sobre papel cada instante que había vivido, cada pizca de sentimiento que pedía paso en su mente, agrandando la lista de deseos por cumplir, murmurando silenciosamente todos los ratos pasados y por pasar de su, por el momento, incompleta vida.
El sonido de la velocidad subdesarrollada de aquella máquina hacía imposible conciliar sueño, dejarse llevar por el contraste de luz que cegaba el cuadrilátero en que estaba era una opción más. El Joven Aprendiz seguía con los ojos bien abiertos aquel panorama, repasaba insistente motivos para elevar la cabeza y suspirar, buscaba en el recuerdo cualquier instante que le hiciese pasar por su paladar el mejor sabor posible para paliar el hambre de extrañar, intentaba llenarse de alegría para combatir el dolor de la ausencia.
Sin saber cómo ni por qué, cuando volvió a tener vista, el sol que entraba por la ventana le devolvió a la ceguera de inmediato. Había empezado un nuevo día en su viaje. "Ya falta menos para que acabe esta agonía y empiece otra más dulce" -decía-. A lo lejos, fijando bien la mirada, todo le decía que una nueva oportunidad de hacer más ameno el transcurso lento que vivía se acercaba, pues una nueva parada se anunciaba mediante voz anónima:
"Próxima parada: SPES"
Aún no se oía el sonido del freno de aquel trasto, ese chirriar que advertía más que la misma megafonía, pero el Joven Aprendiz, guiado por el desespero, ya lucía postrado delante de la puerta de salida. Cuanto más tardara en salir, más tardío sería el momento en que sus manos recibieran con deseo una conjunción de palabras embueltas en un sobre, algo que se había convertido en el único modo de saber de la existencia de quien ocupaba la totalidad de su corazón, quien abarcaba todos los espacios de su mente, el recuerdo al cual se agarraba cuando su alma tenía frío, la Princesa.
Aquel nuevo lugar no le gustaba nada. Corría un viento helado que traspasaba la tela de su abrigo y se calaba en sus huesos. Casi nadie había elegido aquella parada para terminar su camino, y no era para menos, el ambiente traducía tristeza, un solar deshabitado donde las pocas personas que caminaban por sus laberintos parecían haber perdido la educación en la mirada al nacer. No obstante, sin hacer más interpretaciones innecesarias y prestar más atención que la debida, se centró en repasar cada rostro para volver a subir al vagón con lo reconfortante de su objetivo. Pero no había ningún ápice de ilusión en ese sentido, en menos de lo que canta un gallo, el lugar siniestro que pisaba se quedó vacío, en silencio, sin presencia alguna por la cual quedarse allí. Cabizbajo, impotente y preocupado, subió a su nueva casa en busca de un aliento que no iba a encontrar.
"El tren con destino LUX está a ..."
Sus manos taparon los orificios por los que quería entrar el resto del mensaje incordiante del momento. Imaginaba cómo sería dormir y no despertar, entregar su ser al azar y continuar un viaje maldito, con las ganas de que el final fuese como el principio: indoloro, insonoro, comprensible.
Antes de descender en pensamientos que visualizaran una negativa contraproducente en sus actos, reconstruía la realidad en base a recuerdos lejanos, tomaba nota de los motivos y hacía un esquema de las causas que lo obligaban a estar así. Echaba una ojeada al cristal que yacía a su lado a modo de espejo y le preguntaba a aquel rostro coasideforme que tanto se parecía a él:
"¿Es este el mismo camino a la perfección que en su día tomé como cierto o es un reflejo pasajero como el rostro con el que estoy charlando?"
"¿Tengo realmente motivos aparentes por los que estar así o la impotencia y preocupación extrema de mi cuerpo exagera cada palmo de segundo que paso en soledad?"
"¿La vida me ha regalado sonrisas para luego quitármelas o vivo un momento de abrupta prueba difícil pero no imposible salvar?"
"¿Estos trozos de lectura incomprensible que escribo fruto de los alfileres que tengo clavados aquí dentro, podré decir que los he escrito por razones que escapan a mi control o la certeza conllevará el fin de un sueño que tomaba forma de realidad?"
"¿Debo mirar mi destino con los ojos aguosos pero igual de esperanzadores o esa salinas que tengo como párpados tienen una sal que se ha condensado para siempre?"
Cada pregunta retumbaba en el unísono, traspasaba las paredes de aquel reflejo y se perdían fugaces, a la velocidad de la luz, en el instante en que se topaban con la brisa. Nunca una incomprensibilidad, por muy nefasta, hacía llorar tanto. Nunca una realidad tan poco querida era tan semejante a aquella agonía. No pensaba sino en dar cuerda al tiempo, que pasasen las horas rápido y que su parada, su última parada, se anunciara de una vez por todas. Posibilitar descanso a su mente era la mejor medicina, así que se dispuso a buscar refugio en el sueño, aunque se trataba de una hazaña bastante complicada. No obstante, ese momento tan esperado llegó, después de un largo rato sus ojos acabaron rindiéndose, aburridos de tanto pensamiento, exhaustos de tanto llanto.
Tras salir de la subconsciencia, se percató de que todo seguía igual: sus pertenencias, su habitáculo, su vida... Por desgracia nada había cambiado. El sonido tembloroso y siniestro de siempre se dejaba notar, por lo que pensaba que todavía quedaba trayecto; la visión oscura y espesa le decían que el amanecer aún tenía que esperar su turno; el sigiloso silencio como monopolista del momento reflejaban que él era el único ser despierto en esas altas horas de la madrugada.
Habían pasado ya seis horas y todavía seguía estático, sin mover un palmo, deseoso pero a la vez pasivo ante el hecho de tomar tierra y dar fin a aquella aventura en forma de viajero. Esta vez no tenía prisa, era indiferente ser el primero o el último, ya no había ganador. Por su izquierda amanecía en la velocidad un nuevo hospedaje, una nueva realidad, un nuevo reto, una solución a sus problemas, un reencuentro con el ánimo, pues dicen que cada día, es una nueva oportunidad para alegrar el alma.
"Próxima parada: YOCLA"
Un equipaje adicional tenía que cargar obligatoriamente el Joven Aprendiz: su desmoralidad. El final del trayecto, que debía ser el comienzo a la felicidad pactada, era otro alto en el camino; dar pasos hacia la nada haciendo círculos en el suelo; consolarse con la tristeza de que todo podría ser incluso peor; elevar la cabeza por debajo de los hombros para, con miedo, visualizar todo aquello que se mostraba frente a él, novedoso, pero carente de interés.
Como animal de mercancías, necesitaba algo que fustigara su cuerpo para hacer funcionar sus piernas. No sabía qué hacer, dónde ir, qué vereda escoger, pues todas eran seguidas por la preocupación de su mente. Los impulsos sin valentía hicieron que dejase atrás los raíles de aquel tren. "Ya no hay marcha atrás", -pensaba-.
Deambulando, llegó a una calle sin salida. Tras ver que no existía ningún hueco por el que pasar, suspiró, dio media vuelta y se dispuso a buscar una nueva señal. Cuando alzó la cabeza, sintió que alguien le advertía de su presencia a su lado tocándole insisténtemente el hombro. Era un hombre mayor, con barba, vestido con un traje de color verde y con voz consumida por los años:
"Buen día joven. ¿Es usted el pasajero 1609?"
"Sí, soy yo."
"¡Gracias a Dios! Lo he estado buscando. Esto le pertenece. Que tenga un buen día."
Aquel señor era algo parecido al mensajero de los Dioses. De su mochila erosionada y maltrecha sacó un rollo de papel frenado en su desplieque por una cinta amarillenta. Dejando parte de su carga en el suelo, después de echar una mirada hacia aquel hombre a lo lejos, ordenó a sus manos que abrieran aquel regalo. El nombre de la nota le era muy familiar, pues era parte de lo que había hecho él en gran parte de su agónico viaje:
"Reflexiones.
Espero que estés leyendo esto con la misma sed de encuentro con tus sentimientos con que escribo yo.
Días duros, mucha soledad, ganas de derrumbe, pero mi mente siempre ha tenido un Príncipe en el cual buscar covijo.
Siempre estaré aquí, esperando, pues prometiste que el final del cuento sería feliz, yo quiero ser parte de esa felicidad.
Acoplo mi vida a la tuya, no lo olvides.
Tu Princesa".
La sensación de miedo en el cuerpo era difícil de erradicar, pero esas palabras consiguieron empezar a hacerlo. La piel seca, el gesto congelado y el cuerpo enfundado en el escalofrío de los momentos pasados se apoyaron tras el calor que desprendía la hoguera prendida por esa nota. Leer y volver a leer hasta aprender de memoria, de tal manera que esos pensamientos que tenía en la cabeza, esos habitantes ocupas que nadie quiere tener como vecinos, fueran expulsados y ocuparan su lugar otros muchos, más amenos, menos reencorosos.
El Joven Aprendiz tenía tiempo de responder ese gesto de existencia, pero ahora tenía que seguir con su marcha. Mientras lo hacía, pensaba en el título de aquel papel: "Reflexiones", -pensaba-. Esas explicaciones que salen del alma como represaria de un acto, concientes de un cambio para bien en la vida, una torna que no admite palabras, pues toma como único dato empírico a la experiencia convertida en hechos.
Jaco. Mi cuento preferido...
El Joven Aprendiz miraba cada instante su reloj, parecía como si el tiempo fuese en contra del recorrido de aquel tren, no avanzaban las dos agujas dispares que marcaban las horas, no veía el momento de llegar a su destino para comenzar su cuenta atrás particular. Inquieto, aquel vagón solitario lo llenaba de melancolía, pues aunque los minutos se estancaban, el peso de su cuerpo aumentaba cada vez más, los recuerdos de la Princesa se iban colocando en fila en lo más profundo de su mente, desplegaban una marcha constante hacia su alma que le hacían venirse abajo; ratificar la certeza de que cada segundo que transcurría era el triple en metros rumbo hacia una distancia mayor marcaban el cuello de su camisa, pues ese era el recipiente que habían elegido sus lágrimas para amontonarse.
En cada parada que hacía su transporte a la lejanía aprovechaba para llenarse de ánimos. Divisaba su destino en el horizonte y se reconfortaba para sí mismo en pensar que tras esa llanura había algo digno por lo que hacer ese viaje. Alzaba la vista una y otra vez para tener la suerte de encontrar una persona cuya profesión fuese la entrega de la correspondencia, esos barcos de papel que venían en un vehículo diferente pero que siempre llegaban a tiempo, puntuales, nunca fallaban, en cada parada había un cabo para desatar, abrir y tener algo para sonreír en la siguiente ronda de raíles por las que circulaba su vida en esos momentos.
"El tren con destino ANXIETAS está a punto de partir. Por favor, señores pasajeros, tomen asiento en la mayor brevedad posible. Gracias y buenas tardes".
La llamada era una señal de que la espera en vistas a la esperanza había terminado. Sin gesto serio ni pesimismo de ningún tipo, el Joven Aprendiz subió de nuevo a aquel trozo de metal que suspiraba humo, volvió a su asiento preferido y se dispuso a afrontar una nueva aventura en forma de monotonía de aquel largo viaje, reflexionando sobre papel cada instante que había vivido, cada pizca de sentimiento que pedía paso en su mente, agrandando la lista de deseos por cumplir, murmurando silenciosamente todos los ratos pasados y por pasar de su, por el momento, incompleta vida.
El sonido de la velocidad subdesarrollada de aquella máquina hacía imposible conciliar sueño, dejarse llevar por el contraste de luz que cegaba el cuadrilátero en que estaba era una opción más. El Joven Aprendiz seguía con los ojos bien abiertos aquel panorama, repasaba insistente motivos para elevar la cabeza y suspirar, buscaba en el recuerdo cualquier instante que le hiciese pasar por su paladar el mejor sabor posible para paliar el hambre de extrañar, intentaba llenarse de alegría para combatir el dolor de la ausencia.
Sin saber cómo ni por qué, cuando volvió a tener vista, el sol que entraba por la ventana le devolvió a la ceguera de inmediato. Había empezado un nuevo día en su viaje. "Ya falta menos para que acabe esta agonía y empiece otra más dulce" -decía-. A lo lejos, fijando bien la mirada, todo le decía que una nueva oportunidad de hacer más ameno el transcurso lento que vivía se acercaba, pues una nueva parada se anunciaba mediante voz anónima:
"Próxima parada: SPES"
Aún no se oía el sonido del freno de aquel trasto, ese chirriar que advertía más que la misma megafonía, pero el Joven Aprendiz, guiado por el desespero, ya lucía postrado delante de la puerta de salida. Cuanto más tardara en salir, más tardío sería el momento en que sus manos recibieran con deseo una conjunción de palabras embueltas en un sobre, algo que se había convertido en el único modo de saber de la existencia de quien ocupaba la totalidad de su corazón, quien abarcaba todos los espacios de su mente, el recuerdo al cual se agarraba cuando su alma tenía frío, la Princesa.
Aquel nuevo lugar no le gustaba nada. Corría un viento helado que traspasaba la tela de su abrigo y se calaba en sus huesos. Casi nadie había elegido aquella parada para terminar su camino, y no era para menos, el ambiente traducía tristeza, un solar deshabitado donde las pocas personas que caminaban por sus laberintos parecían haber perdido la educación en la mirada al nacer. No obstante, sin hacer más interpretaciones innecesarias y prestar más atención que la debida, se centró en repasar cada rostro para volver a subir al vagón con lo reconfortante de su objetivo. Pero no había ningún ápice de ilusión en ese sentido, en menos de lo que canta un gallo, el lugar siniestro que pisaba se quedó vacío, en silencio, sin presencia alguna por la cual quedarse allí. Cabizbajo, impotente y preocupado, subió a su nueva casa en busca de un aliento que no iba a encontrar.
"El tren con destino LUX está a ..."
Sus manos taparon los orificios por los que quería entrar el resto del mensaje incordiante del momento. Imaginaba cómo sería dormir y no despertar, entregar su ser al azar y continuar un viaje maldito, con las ganas de que el final fuese como el principio: indoloro, insonoro, comprensible.
Antes de descender en pensamientos que visualizaran una negativa contraproducente en sus actos, reconstruía la realidad en base a recuerdos lejanos, tomaba nota de los motivos y hacía un esquema de las causas que lo obligaban a estar así. Echaba una ojeada al cristal que yacía a su lado a modo de espejo y le preguntaba a aquel rostro coasideforme que tanto se parecía a él:
"¿Es este el mismo camino a la perfección que en su día tomé como cierto o es un reflejo pasajero como el rostro con el que estoy charlando?"
"¿Tengo realmente motivos aparentes por los que estar así o la impotencia y preocupación extrema de mi cuerpo exagera cada palmo de segundo que paso en soledad?"
"¿La vida me ha regalado sonrisas para luego quitármelas o vivo un momento de abrupta prueba difícil pero no imposible salvar?"
"¿Estos trozos de lectura incomprensible que escribo fruto de los alfileres que tengo clavados aquí dentro, podré decir que los he escrito por razones que escapan a mi control o la certeza conllevará el fin de un sueño que tomaba forma de realidad?"
"¿Debo mirar mi destino con los ojos aguosos pero igual de esperanzadores o esa salinas que tengo como párpados tienen una sal que se ha condensado para siempre?"
Cada pregunta retumbaba en el unísono, traspasaba las paredes de aquel reflejo y se perdían fugaces, a la velocidad de la luz, en el instante en que se topaban con la brisa. Nunca una incomprensibilidad, por muy nefasta, hacía llorar tanto. Nunca una realidad tan poco querida era tan semejante a aquella agonía. No pensaba sino en dar cuerda al tiempo, que pasasen las horas rápido y que su parada, su última parada, se anunciara de una vez por todas. Posibilitar descanso a su mente era la mejor medicina, así que se dispuso a buscar refugio en el sueño, aunque se trataba de una hazaña bastante complicada. No obstante, ese momento tan esperado llegó, después de un largo rato sus ojos acabaron rindiéndose, aburridos de tanto pensamiento, exhaustos de tanto llanto.
Tras salir de la subconsciencia, se percató de que todo seguía igual: sus pertenencias, su habitáculo, su vida... Por desgracia nada había cambiado. El sonido tembloroso y siniestro de siempre se dejaba notar, por lo que pensaba que todavía quedaba trayecto; la visión oscura y espesa le decían que el amanecer aún tenía que esperar su turno; el sigiloso silencio como monopolista del momento reflejaban que él era el único ser despierto en esas altas horas de la madrugada.
Habían pasado ya seis horas y todavía seguía estático, sin mover un palmo, deseoso pero a la vez pasivo ante el hecho de tomar tierra y dar fin a aquella aventura en forma de viajero. Esta vez no tenía prisa, era indiferente ser el primero o el último, ya no había ganador. Por su izquierda amanecía en la velocidad un nuevo hospedaje, una nueva realidad, un nuevo reto, una solución a sus problemas, un reencuentro con el ánimo, pues dicen que cada día, es una nueva oportunidad para alegrar el alma.
"Próxima parada: YOCLA"
Un equipaje adicional tenía que cargar obligatoriamente el Joven Aprendiz: su desmoralidad. El final del trayecto, que debía ser el comienzo a la felicidad pactada, era otro alto en el camino; dar pasos hacia la nada haciendo círculos en el suelo; consolarse con la tristeza de que todo podría ser incluso peor; elevar la cabeza por debajo de los hombros para, con miedo, visualizar todo aquello que se mostraba frente a él, novedoso, pero carente de interés.
Como animal de mercancías, necesitaba algo que fustigara su cuerpo para hacer funcionar sus piernas. No sabía qué hacer, dónde ir, qué vereda escoger, pues todas eran seguidas por la preocupación de su mente. Los impulsos sin valentía hicieron que dejase atrás los raíles de aquel tren. "Ya no hay marcha atrás", -pensaba-.
Deambulando, llegó a una calle sin salida. Tras ver que no existía ningún hueco por el que pasar, suspiró, dio media vuelta y se dispuso a buscar una nueva señal. Cuando alzó la cabeza, sintió que alguien le advertía de su presencia a su lado tocándole insisténtemente el hombro. Era un hombre mayor, con barba, vestido con un traje de color verde y con voz consumida por los años:
"Buen día joven. ¿Es usted el pasajero 1609?"
"Sí, soy yo."
"¡Gracias a Dios! Lo he estado buscando. Esto le pertenece. Que tenga un buen día."
Aquel señor era algo parecido al mensajero de los Dioses. De su mochila erosionada y maltrecha sacó un rollo de papel frenado en su desplieque por una cinta amarillenta. Dejando parte de su carga en el suelo, después de echar una mirada hacia aquel hombre a lo lejos, ordenó a sus manos que abrieran aquel regalo. El nombre de la nota le era muy familiar, pues era parte de lo que había hecho él en gran parte de su agónico viaje:
"Reflexiones.
Espero que estés leyendo esto con la misma sed de encuentro con tus sentimientos con que escribo yo.
Días duros, mucha soledad, ganas de derrumbe, pero mi mente siempre ha tenido un Príncipe en el cual buscar covijo.
Siempre estaré aquí, esperando, pues prometiste que el final del cuento sería feliz, yo quiero ser parte de esa felicidad.
Acoplo mi vida a la tuya, no lo olvides.
Tu Princesa".
La sensación de miedo en el cuerpo era difícil de erradicar, pero esas palabras consiguieron empezar a hacerlo. La piel seca, el gesto congelado y el cuerpo enfundado en el escalofrío de los momentos pasados se apoyaron tras el calor que desprendía la hoguera prendida por esa nota. Leer y volver a leer hasta aprender de memoria, de tal manera que esos pensamientos que tenía en la cabeza, esos habitantes ocupas que nadie quiere tener como vecinos, fueran expulsados y ocuparan su lugar otros muchos, más amenos, menos reencorosos.
El Joven Aprendiz tenía tiempo de responder ese gesto de existencia, pero ahora tenía que seguir con su marcha. Mientras lo hacía, pensaba en el título de aquel papel: "Reflexiones", -pensaba-. Esas explicaciones que salen del alma como represaria de un acto, concientes de un cambio para bien en la vida, una torna que no admite palabras, pues toma como único dato empírico a la experiencia convertida en hechos.
Jaco. Mi cuento preferido...
12 comentarios:
Alguien dijo una vez que la CASUALIDAD NO EXISTE, siendo ésta la CAUSA del ignorante. Como soy de ciencias mixtas (puras en mi versión original), la ley de CAUSA-EFECTO me la conozco estupendamente. Sin embargo, como buena profesional del gremio PSI, he de ser sincera y reconocer que el conocimiento total no existe. Luego, también soy ignorante (ignorancia que, en calidad de tal no es nociva), abultando ésta más que mi conocimiento.
Tras pedir ayuda a ese Dios al que todo joven (estudiante fiel devoto) se encomienda día si y día también, llamado Google (R) y poder conocer la ruta del tren en el que te hayas montado- cuyo destino es desconocido aún (por lo menos para mí) así como sus paradas pertinentes-, he decidido en medio de tantos y tantos apuntes, hacer la maleta y emprender un viaje. Para ello, he comprado un billete que sale de HERMES. Como me acabo de montar aún no sé exactamente dónde está mi asiento, espero que el revisor me ayude y con un golpe de suerte me toque ventana y no de espaldas que me mareo!
Curiosamente, un día de principios de abril (3, mi número favorito; 4, mi número en la numerología; del 2010, de nuevo 3 y con 10 años de retraso), entre invierno y primavera (cambios y crisis, renacer de la vida), hablando de números donde la asimetría era patente y donde, por una vez bendita, la ignorancia (para muchos CASUALIDAD)hizo que te conociera. Claro que tu gran sabiduría cargó con todo el trabajo pues supo mirar más allá del color blanco merengue (caducado o, por lo menos, pasado de fecha) y llegara hasta hoy, 25 días después (si lo sumas da 7; 2+5=7, número vetado a la estafa blanca). ¿Caprichos del destino o simple coincidencia? Una de tus diosas juega a los bolos y creo que con nuestras cabezas...
Como yo soy yo y mis circunstancias y mi circunstancia es ahora, me salto toda LA LEY DE CAUSA Y EFECTO porque quién inventó la ley... inventó la trampa y me quedo no con la casualidad, sino con la partida de bolos. Al respecto, para que no ruede mi cabeza, mi vena PSI-científica la riega, no te puedo prometer el destino final ya que al ser miope no veo de lejos, pero puedo saber cuál es nuestro próximo destino: PHILIA. Lo único que hace falta es que el tren y sus pasajeros estén dispuestos a continuar con este viaje.
---------///('_')\\\-----------
CORREO URGENTE, CORREO URGENTE: ¿Lleno la mochila de provisiones?
Como buen lector, que creo que es más don que escritor, lo cual tampoco soy, he leído ambos cachos como si de la mismísima Teoría de la Causalidad se tratase (Causa: Reflexiones; Resultado: tu comentario).
No me hace falta hacer click en nueva ventana para invocar a ese Dios de la juventud del que hablas para comprender los significados de Hermes y Philia. La mitología es una base indirecta para toda historia que se quiera interpretar.
Como tú, yo también soy ignorante. El día que me tope con alguien que no lo sea por lo menos un poco, creeré en Dios. Como todo ignorante, hay cosas que no comprendo. Como todo humano coasi-perfeccionista, me abstengo a interpretar muchos pensamientos. Y como amante del respeto y gran seguidor de Hermes (hoy en día es amarillo por escelencia), te invito a que completes tu correo. Este blog no es el Olympo, pero no estaría mal personificarlo en el mismo, sería un honor.
Esto, en su momento no lo hice, porque los significados eran entendibles para la destinataria ilusa del cuento, pero creo que me lo curré en cuanto a terminología, así que te expongo las paradas, porque repito: el cliente siempre tiene la razón, cliente y lector, es equitativo...
ANXIETAS: Del latín, Angustia.
SPES: En tiempos de Roma, la diosa de la Esperanza. Igualmente, ese es su término.
LUX: Aunque pueda interpretarse como término científico, también significa Luz en latín. Haciendo interpretación del concepto, "Quien ve la luz, ve una esperanza". Hay relación.
YOCLA: Invierte las letras del término... tierras frías del Mediterráneo. (También hay buena gente por ahí).
Avisa cuando salga el tren, ¡no vayas sóla mujer!
Gracias por la traducción pero resulta que con gafas/lentillas veo bien de lejos así que las busqué mientras leía. En verdad el tema de la mitología aunque mola no lo domino y, sin embargo, las palabras salieron solas (estaba inspirada, Atenea me visitó). Lo de la lectura de la teoría de la Causalidad... no me di cuenta pero ahora que lo dices, tiene su punto. Eso sí, desde luego que de interpretación andas chungo eh?? Eso o te preocupas por mi integridad física porque desde luego... no entender lo que deje escrito con lo claro que está... mmm le echaré la culpa a Dionisio y Morfeo.
El tren sale en breve... realmente, salió hace tiempo pero te puedes montar en la parada que tú quieras.
La Teoría de la Causalidad la estudié cuando me tocó estudiar Derecho Penal (y la tendré que volver a estudiar), pero como molaba el tema, rebusqué, y para sorpresa humana, he visto que tiene muchas más facetas que la penalística. Esa teoría, es como el Derecho, "todos los días, sin darnos cuenta, la utilizamos".
Me vas a perdonar, lo siento, pero asumo mis debilidades en cuanto a la interpretación. Trenes hay muchos; pasajeros otros tantos; Hermes sólo hay uno; las fechas que escribes son irrelevantes en cuanto al contenido de la interpretación; juntar Hermes, con Philia, "Mochila", Tren, Paradas, Viaje y llevarlos a cabo con la Ley Causa-Efecto, es complicado. Tienes muchísimas formas de darle pistas al juego, tantas formas, como vías por donde hacerlo, y como es divertido, quiero jugar!
Pues ya sabes... ¡a jugar!
Vamos a ver... en ningún momento he intentado explicar la Ley de Causa y Efecto, sino todo lo contrario: he intentado apostar por las CASUALIDADES. Esas cosas que suceden cuando el azar juega sus cartas al margen de tu voluntad y hacen posible cosas impensables como encontrar al amor de tu vida por un fallo a la hora de escribir una direccion de correo (verídico, tengo pruebas demostrables) o que conozcas a alguien en el tren porque coincidis todos los días a la misma hora o que de la CASUALIDAD que te voten en un foro y su voto esté 40 puntos por debajo de los que tiene el hombre con barba ¿lider? de la oposición. Dicho esto, quédate con el viaje, el trayecto, las anécdotas en la mochila, Hermes, Philia, Dionisio, Atenea y todo el Olimpo pero no metas la ley de Causa y efecto que pierde toda la magia.
Y ahora volviendo al tema que nos ocupa que es a tu cuento maravilloso, decir que es mejor callar cuando no hay nada que decir porque está todo dicho. NO obstante, como mi imaginación es corta, parafraseo:
"¿A que jugabas conmigo?
Dime que juego es ese el de romper corazones
¿donde estan las noches que pasamos juntos
cada beso y caricia que te regale?
Escribi un cuento de hadas que no terminamos
tu eras la princesa yo el principe azul
cambiamos el final por Romeo y Julieta
tu coges tu camino, yo el mio y adios.
Rompi las paginas del libro del destino
en las que hablaban de ti
toma mi corazon en manos te lo entrego
quiero hacer mi vida, quiero ser feliz
No me busques mas, que ya no estare
te di todo y mas, por si querias volver
te estuve esperando, pero me he cansado
pa no recordarte rompi tu retrato
y me veo solo...
No me busques mas, que ya no estare
te di todo y mas, por si querias volver
te estuve esperando, pero me he cansado
pa no recordarte rompi tu retrato
y me veo solo... mejor que mal acompañao
Vivimos una corta pero intensa historia
con pequeños momentos para recordar
me faltan los motivos pa seguir queriendo
me sobran argumentos pa empeza a olvida
No pienso estar viviendo y lamentando
que puedo ser y no fue.
Me consuela que mis ganas no faltaron
de que esto funcionara y te ame
No me busques mas, que ya no estare
te di todo y mas, por si querias volver
te estuve esperando, pero me he cansado
pa no recordarte rompi tu retrato
y me veo solo...
No me busques mas, que ya no estare
te di todo y mas, por si querias volver
te estuve esperando, pero me he cansado
pa no recordarte rompi tu retrato
y me veo solo...
No me busques mas, que ya no estare
te di todo y mas, por si querias volver
te estuve esperando, pero me he cansado
pa no recordarte rompi tu retrato
y me veo solo...
Fondo Flamenco, Tu retrato; A contracorriente, 2007.
OK, pues desechemos pues la teoría de la Causa-Efecto... Divulga o completa la Teoría de la Casualidad.
Hermes siempre ha estado presente, como sus propias características indican, siempre ha sido fiel. Ese sí lo entiendo.
φιλíα es más complicado de entender. Es una palabra que puede significar miles de conceptos, todos ellos propagados desde el interior de una persona. ¿Qué hay en tu interior Marta?
Atenea también aparece siempre, y creo que coincide su aparición con la tuya cuando entras a comentar en el blog.
Dionisio y Morfeo quizás han aparecido. El primero no tanto, suelo marginarlo cuando me pongo serio jajajaja, y el segundo, cuando se postula ante mí, yo me postulo ante una taza de café.
El Olimpo aún no lo he encontrado, pero creo que será cuestión de tiempo.
La "Mochila", como bien dijo la creadora del término, puede tanto llenarse como vaciarse, y bien es sabido que hay veces que cuando la llenas, quieres conservar eso que tienes para toda la vida. ¿Entrega? Puede. Si la vida es una mochila, "yo soc mochilo".
Y el viaje. Me gusta este término. Soy valiente, no temo ni a la muerte, a veces me gusta viajar, creo que viajar ahora mismo es mi salvación (sin ánimo religioso), e incluso, puedo llegar a decir, que es lo que llevaba esperando desde hace mucho tiempo. Ese viaje, puede tener tanta causalidad, paradas, fábula, realidad y trayectos como sean posibles. ¿No te gustaba conducir?
La letra de la canción está chula. Fíjate si lo está, que hace meses que hice lo que cantan sus estrofas. Eso sí, sin retrato. Mola más saber que no hubo fotografía jejeje. Eso sí, no entiendo la relación que le das a la letra de esa canción de Fondo Flamenco, con respecto al cuento. Quizás haga falta que tome la palabra yo... no?
Gracias por los coments, muy entretenidos!
La teoria de la Casualidad tiene poco que explicar. Es simple y sencilla y sin metáforas digo: Dos personas que están a ----- se encuentran en un lugar aunque sea virtual sin que haya una hipótesis científica que lo pueda explicar. De ese encuentro nace algo, llámalo PHILIA con la connotación que prefieras aunque si usas el prinicpio de parsimonia, es mejor. Y pasan los días y pasan las horas y entre ellos se crea una atmósfera única, íntima y, aunque compartida, sólo accesible para ellos dos. En mi interior hay muchas cosas. Algunas conocidas, otras no, algunas accesibles y otras no. Eso depende. Primero de mí, después del que pregunta y para acabar del que escuche. Tengo un mundo interior rico, diverso y cambiante. Crezco gracias a él. Con él me equivoco y con él aprendo. De él vivo porque es mi esencia. La esencia no se ve, no se escucha, ni tan siquiera se toca, tan sólo se siente. Sólo hay que saber ver más allá de lo que las apariencias te permiten ver. Sólo hay que no hacer ruido al entrar, hacerlo con cuidado y mantener lo que hay allí dentro.
Conducir, claro que me gusta. Lo hago en realidad desde hace 5 años, en virtual 23. Pero todo tiene su tiempo y prepara un viaje no es menos. En ello estoy. Me es más facil, coger el coche y hacer las cosas al ton ni son pero yo también tengo para dar y quiero darlo todo a quién todo lo apueste. Y eso requiere mucho ojo clínico. Claro que quiero y necesito viajar. Tanto o más que tú, eso forma parte de mi interior que un día junto con Hermes y Atenea, tal vez Dionisio (para hacerlo más fácil de explicar), lo discutimos.
En cuanto a lo de la letra de la canción, ombre se puede decir que es básicamente el final de las reflexiones. No obstante, también se puede interpretar de otra manera, según tu estado (aquí creo que te saco 4-6 meses de ventaja): Borrón y cuenta nueva, para que nos entendamos.
Al respecto, sin más que decir (de momento), te cedo la palabra.
Este comentario lo había leído ayer, pero lo respondo hoy, porque como estamos en constante aprendizaje, una noche te puede dar a conocer más cosas aún que una semana entera. Dicho esto, respondo hoy.
Este comentario, lo digo con palabras metafóricas, invisibles, habla de tu superación a la intimidad. Sé leer entre líneas ocultas incluso cuando no las hay; sé leer las letras pequeñas incluso no siendo abogado; sé compartir un diálogo con la misma tónica con la que has publicado esta respuesta. Eso sí, sigo utilizando 5 sentidos.
La Teoría de la Causalidad ya la tenía aprendida, así que eso de arriesgar, aceptar, disernir, equivocarse, aprender, y reconstruir, ha sido un oficio. Claro que también veo la vida como un juego donde pierdes más fichas de las que ganas, pero esas que tienes de nuevo te dan la oportunidad de duplicarlas. Por eso siempre juego, por eso siempre que pasa un día soy más fuerte por dentro, cada día que pasa. Eso tiene su parte buena, y su parte mala. La buena viene a participar en mi bien común, la mala es si esa fuerza también está en otras personas. Abrirme no es problema, luego quien me conozca que valore, y si esos valores molan, que los coja, se los regalo, tengo copias de seguridad.
Conduce, dar paseos es algo que gusta mucho. Es más, con uno de ellos se puede guardar un recuerdo rozando lo impensable. Abre el Diario de la Vida, coge un bolígrafo (no vale un lápiz, porque una goma es más valiosa), y escribe, que se te da bien.
"Destroza tu ansia, aparca tus creencias. Divulga tu esencia, medita por dentro. Mira todos los contras, no elijas errando. Crea anticuerpos, medicina de sabios. Dibuja senderos, no te olvides de áreas de descanso. Alcanza objetivos, soñar espanta delirios. Conoce lo que crees conocer, y acepta seguir conociendo, aún somos aprendices". (5 minutos de pensamiento, 1Ficha menos).
Emmm, es la primera entrada que me cuesta empezar. No obstante, caliento motores.
El problema de abrise al mundo en general y a la peña en particular no es que te conozcan que de eso se trata, es el uso que hacen de ese conocimiento. Y he aquí el arma de doble filo: "si quien bien te quiere, te hará llorar, (añado)... quien mal te quiere, te va a putear (y de lo lindo!).
Como bien dices, no conozco tu vida, tan sólo "una parte de tí". Pero resulta que tú tampoco conoces la mía. Y si me caigo tantas veces, llega un momento que me duelan, cuanto menos las rodillas.
Divulgar valores, es un objetivo... ¿pero cuáles, para quién, cómo y dónde?
Los paseos/viajes... no me gusta viajar! En verdad viajar sí, tener que desplazarme no. Tal vez sea trauma infantil, inseguridad o las ansias previas pero en todo desplazamiento me entran fatigas (literales) a no ser que yo conduzca (¿necesidad de control?). NO guardo buenos recuerdos de mis viajes... o por lo menos, no de la mayoría. Y no me refiero al desplazamiento, que eso es un día, dos como mucho (ida y vuelta). Me refiero a la estancia. Tal vez, cometa el error eligiendo al compi de viaje. Tal vez por eso ha llegado el momento de viajar sola... por lo menos durante un tiempo. Pero el tiempo es relativo, ¿cuánto dura el tiempo? ¿realmente medimos bien el tiempo? y por medir no me refiero a que el reloj marque la hora (que tampoco, porque aquí ahora son las 22.37 y en Canarias las 21.37, ¿cuál de los dos falla? ¿el adelantao o el atrasao?). La sensacion subjetiva del paso del tiempo es mucho más potente que el paso del mismo. Sino, piensa cuánto tiempo has perdido en la vida, cuántas inversiones a medio y largo plazo que se han ido al garete en 0,2 seg. ¿merece la pena?
Lo de la goma... no entendí el valor que tiene intentar borrar lo desagradabe. Deberías saber que dar la espalda a los problemas es de cobardes. Valor tiene una pluma, que es personal e intrasferible, donde cada trazo es único, porque está datado en un momento y un lugar único. Ésos son los momentos que debemos atrapar... los que son únicos, los que pasan y no vuelven. Los que desaparecen aunque no queramos... el tiempo además de relativo es un Hp (marca no registrada).
Doblo apuesta: 10 minutos pensando... 2 fichas más.
Ese uso del conocimiento tiene una medicina, se llama SINCERIDAD. Si yo me dejo conocer, y quien me conoce utiliza ese conocimiento para elogiarme, bien, aunque una crítica me gusta más (es más productiva). Si lo utilizan para chantajearme, criticarme o insultarme, perfecto, porque aunque el sopapo duela, con esa medicina, no quedan signos de violencia, la piel sigue teniendo el mismo color...
Si sólo conoces una parte de mí... te gusta leer. Vamos a ver, aparte de la lectura, qué más escondes en tu personalidad... jajajaja
Los valores, igual en mí que en cualquier persona, están ahí... hay quien los conoce más o menos, como en todos, pero hay valores, también en otras personas que pueden coincidir con los míos, o no. ¿Hablabas de multitud o elecciones no? Aquí tienes un simple ejemplo...
Lo dicho en otra entrada: viajar mola, yo lo veo así. Por ende, los desplazamientos, puede que cojan el mismo rumbo. Si hay una hora de retraso o no, si son más horas incluso... ¿la mente no piensa con respecto a esa franja horaria no? Puede pensar que pasa el tiempo, pero también puede pensar qué puede depararle en el tiempo que no ha transcurrido... Quien nunca haya perdido tiempo en su vida, una de dos: o miente, o está muerto.
No digo que "borrar" sea de cobardes. Puedes coger una goma para borrar y estar enfrentándote a un problema, ¿no crees? Quizás lo hayas entendido mal. Lo digo porque la escritura de un lápiz, se puede borrar; la de un bolígrafo, en todo caso, ocultar con un ungüento de diferente color.
"Lo veo... y subo la apuesta"
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